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Lunes, 14 Febrero 2022 23:04

BIOCOMBUSTIBLES: EL ROL DEL BIODIÉSEL

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Los efectos del cambio climático y la necesidad de rebatirlos ya están internalizados en la población mundial. Ya no es cuestión de opiniones, hay evidencia empírica que lo demuestra, y además compromisos firmados para mitigar y capturar emisiones de gases de efecto invernadero que provocan las alteraciones en el ambiente y en la salud humana que nos toca atestiguar.

El mundo debe establecer una fuerte transición energética para sustituir el carbón y el petróleo por otras fuentes de energía. Las diferencias existentes se basan en cómo se afrontaran los costos de este enorme trabajo.

Los países más avanzados cuentan con economías solidas como para afrontar los mayores costos que conllevan las energías renovables, y poder así pagar una “prima verde” por una menor huella de carbono en los productos que consumen.

A estos compromisos internacionales se suman las presiones comerciales, que provienen principalmente de los países más desarrollados, que exigen cada día más productos con paulatinamente menor huella de carbono. Esto fuerza a los países exportadores a tener una matriz productiva más eficiente desde el punto de vista ambiental. Necesitamos, por lo tanto, aumentar la porción renovable de la matriz energética, tanto en la generación como en toda la cadena.

La logística es clave en todo este proceso, ya que el transporte es uno de los grandes emisores de gases de efecto invernadero. Participa durante el acarreo de materias primas al lugar de transformación; luego a los centros de distribución, y por último al consumidor final.

En esta cruzada, que también juega el transporte de personas, la electromovilidad aparece como “un objetivo” a seguir. Varias automotrices anunciaron que toda su producción de vehículos se transformará en eléctrica en pocos años.

La electromovilidad está muy lejos de ser “cero emisiones”, como algunos declaman; simplemente, no se tienen en cuenta las emisiones que supone la generación de electricidad y su distribución, o la vida útil de baterías y su descarte, además de plantearnos si podremos tener la infraestructura necesaria para generar y distribuir toda la electricidad necesaria para cargar todos los vehículos en cortos plazos.

Esta necesaria infraestructura demandará enormes inversiones, además de contemplar la reconversión de gran parte de la industria automotriz y autopartistas de motores ya que los motores eléctricos tienen menor cantidad de partes que uno térmico.

Las fábricas de válvulas, filtros de aire, de combustibles y de aceites por citar solo algunas, dejarán de existir y más allá que algunos trabajadores podrán ser absorbidos por las fábricas de otras partes eléctricas, existe una gran preocupación sobre el futuro de la gran masa de trabajadores provenientes del sector automotriz y del petrolero, que quedarán fuera del sistema.

Esto hace necesario abordar estrategias de transición que contemplen la adecuación y creación de la necesaria infraestructura y reacomodamiento de los sectores productivos a nuevas matrices energéticas más sustentables.

En estas estrategias los biocombustibles en general, bioetanol, biogás, biocombustibles de aviación y biodiesel en particular para el transporte se presentan como claves, ya que aprovechan toda la tecnología e infraestructura creada para el uso de los combustibles fósiles pero reduciendo sensiblemente las emisiones de gases efecto invernadero.

Un estudio de emisiones llevado a cabo por el INTA reveló que el Biodiesel Argentina de soja argentino reduce, en su ciclo productivo, un 70% las emisiones de CO2 de su equivalente fósil, el Gasoil. A través de cuatro leyes nacionales, nuestro país asumió fuertes compromisos vinculados a la mitigación de los efectos del cambio climático, desde la adhesión a los acuerdos de París, hasta la aprobación de los presupuestos mínimos de adaptación y mitigación al cambio climático.

El biodiesel ayuda a cumplir con estos compromisos a la vez que se genera una matriz productiva más sustentable y sin riesgo de perder empleos e industrias.

Como ejemplos podemos citar a Indonesia B30 (biodiesel al 30%), Brasil con su proyecto de B15, Estados Unidos con inversiones multimillonarias para desarrollar el HVO (aceite de soja hidrogenado de segunda generación), la UE con cortes obligatorios, y más de 45 países del mundo con políticas de incentivo y cortes en biodiesel.

Todos los países además de promover la transición energética con estas medidas, también tienen como objetivo defender su industria nacional sustituyendo importaciones y agregando valor localmente.

Además se impulsa el crecimiento de biocombustibles producidos a partir de residuos o desechos de origen vegetal, como Aceite Vegetal Usado (UCO, por sus siglas en inglés), materias grasas y otras que reducen aún más las emisiones de gases efecto invernadero.

Toda una industria de aprovechamiento de residuos para biocombustibles o residuos de biomasa para generación de biogás está para ser aprovechada en escala.

Pero el petróleo no solo es usado para transporte, también está presente en la fabricación de tejidos, pinturas, plásticos, etc. En este sentido la industria del biodiesel tiene un gran potencial como motorizador del desarrollo de industrias vinculadas. Aguas abajo, impulsa el crecimiento de la industria de la glicerina y derivados.

La glicerina ofrece múltiples alternativas de desarrollo, tales como la producción de plásticos biodegradables, alimentación animal, pasta dental, explosivos, cosmética o la formulación de químicos.

En Argentina la nueva ley de promoción de biocombustibles del 2021 redujo el corte obligatorio de biodiesel del 10% al 5%, tomando un camino contrario a la tendencia mundial que promueve su uso. En el año 2021 se registró el menor consumo de biodiesel desde la creación del corte obligatorio en marzo del 2010.

No solo hemos retrocedido en la transición energética, sino que además se nos van los dólares imprescindibles para el crecimiento. Las importaciones anuales biodiesel argentina de Gasoil, en promedio de los últimos 10 años alcanzaron unas 2,9 millones de toneladas por valores de 2.000 millones de dólares.

Con lo que si se elevara el corte del mercado interno al B15 se podría reducir en 1 millón de toneladas la importación de gasoil por año, con un producto renovable 100% de fabricación nacional.

Necesitamos retomar el camino de la transición energética beneficiosa para el país y el biodiesel argentina para eso hace falta cambiar la legislación actual, aumentar los cortes obligatorios e incluir a todas las empresas del sector en el mercado interno, para promover las necesarias inversiones y desarrollo de una transición energética limpia de manera eficiente, que mejore nuestra matriz energética y beneficie al consumidor en su conjunto.

POR VÍCTOR CASTRO

Director Ejecutivo de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO)

FUENTE: CRONISTA

Leído 1589 veces Modificado por última vez el Martes, 15 Febrero 2022 12:41

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